Opinión

Hay un hombre, seguro que le has visto, que anda por allí con una camisa naranja algo desataviada. Vive como despeinado, al borde de una apoplejía, tanto que se le ha vuelto verdosa la tez. Lo que no puedes saber es cómo llegó a estar allí parado bajo una nube revuelta, deshilachada, como anudada, que le quita hasta las ideas.
El pobre iba por la calle un buen día, tan tranquilo, sin molestar a nadie, cuando de repente fue alcanzado por un grupo de mujeres, taichiístas luego se dijo que eran, que hablaban todas a la vez, en tono jocoso, pero insistente. Al pasar esa nube de energía universal por su lado, una de ellas se despegó dando grandes saltos y gritando <<¡Un moment! ¡Un moment! ¡Un moment!>> para plantarse delante del hombre que, en aquel preciso instante, daba el aspecto del hombre más normal del mundo mundial.
Con una mano en la cadera y otra apartándose un mechón del pelo, Aida –que así se llamaba esta taichiísta - le preguntó: <<¿Y usted qué opina?>>
Cambiando el peso universal de una pierna a la otra, Aida insistió con sus dos manos: <<¿A ver? Porque tendrá alguna opinión, digo yo, ¿o no? Vamos, diga algo. Porque su opinión es que no tiene opinión, porque si fuera capaz de opinar, ya hubiera opinado, pero veo que no, que no puede ni opinar. Vaya ejemplar que hemos encontrado, chicas. Pero señor, no se enfade, que le queremos. Vámonos, que este hombre no tiene, por no tener, ni opinión, pero lo que digo yo...>>
Y calle abajo se fue el enjambre de taichiístas, siguiendo con su discusión hasta perderse en el bullicio de la concurrida acera y dejando parado bajo su enmarañada nube negra a ese hombre que ves. http://llapis.blogspot.com/2008/11/opinion.html ←Ese de allí.
↑
Ese.